Las cajas de chocolates tenían diferentes opciones de precio,  para que los compradores pudieran escoger el tamaño de acuerdo con la buena acción que estaban dispuestos a hacer. El coste de la más pequeña era de 'Servir el desayuno en la cama a un ser querido’.

En el momento de la compra, en lugar de una caja registradora, encontrábamos unos iPads donde los clientes podían pagar iniciando su sesión en Facebook y publicando su promesa tanto en su perfil como en el del receptor de la generosa acción. Una preciosa manera de difundir un mensaje positivo que se hace viral a través de las redes sociales.