Sí. Parece que ya nadie ve la televisión. Pero los españoles han dedicado 3 horas y 50 minutos de su tiempo diario a sentarse frente a ella en 2016.

Ya nadie ve la televisión, pero muchos comentaron el supuesto final de Cuéntame, otros tantos se emocionaron con la “no cobra” de El Reencuentro, quién no ha visto una cita de First Dates, ha comentado el final en directo de Velvet o se ha indignado algún domingo con las denuncias de Jordi Évole.

Nadie ve la televisión pero cada vez más gente ve series, sabe quién es John Nieve, se tapa los oídos cuando oye algún spoiler, hace bingewatching o alardea de ser un intelectual sin tele porque se ha hecho una cuenta de Netflix.

Sí, el consumo de televisión lineal supone en 2016 cinco minutos menos que en 2015, pero supera en trece el tiempo medio de hace 10 años.

Es el más bajo desde 2010, pero supera cualquier dato anterior a 2009. Lejos quedan los años donde se cumplían récords cada mes de público frente al televisor, porque ahora, con una magnífica oferta, las cadenas tenemos más competidores y no hemos de perderlos de vista. Según un informe de la CNMC, “cerca deun 20% de los individuos reconoce que suele ver por internet programas de televisión que ya han sido emitidos anteriormente”.

Lo pueden hacer, por ejemplo, utilizando el timeshift o diferido. Este tipo de consumo incrementa el tiempo de visionado en 3,5 minutos de media, aportando casi un +2% al consumo lineal y convirtiendo esas 3 horas y 50 en más de 3 horas y 53 minutos. Ahí es nada, el 25% del tiempo que está despierta una persona.

Y todo suma porque es televisión igual.

Y ahora, parece que son las empresas de telecomunicaciones las que quieren parte del mercado de la tele, y se han embarcado en un viaje de producción, adquisición de contenidos y publicidad audiovisual. Tuvieron su repunte en 2015 con la proliferación de paquetes de telefonía que incluían, de regalo, la televisión, quitándole valor y haciendo que muchos hogares, despreocupados por el consumo de contenidos, dispusieran de un nuevo decodificador conectado a su televisor.

Y por eso, el número de abonados en España se ha visto multiplicado, por fusiones y ofertas, alcanzando en el 2016, según la CNMC, los 5.848.517 de hogares, un 32% de la población.

Y si en algún momento hemos pensado que el modelo español se iba a convertir en el americano, estamos aún lejos de ello. El crecimiento de abonados se frena, no alcanza los 6 millones previstos por las propias compañías, mucho más cuando se comienza a cobrar por un servicio antes gratuito.

En USA las televisiones se sienten amenazadas por el llamado cord-cutting: los abonados migran hacia plataformas de streaming dándose de baja del habitual cable. Lo que nos lleva a pensar que, en España, han convergido ambos fenómenos a la vez: la televisión de Movistar o Vodafone está siendo contratada y, sobre todo utilizada, por el catálogo que éstas tienen en sus servicios de streaming, más allá del número de canales lineales de los que disponen.

De hecho, aunque haya 300.000 abonados más, las cadenas temáticas de pago, como Fox o AXN, son consumidas por sus abonados 7 minutos menos que en 2015. Y es que, según la CNMC, el 83,4% de ellos disfrutan del servicio únicamente porque está incluido en una modalidad empaquetada.

Y el 2016 ha visto nacer en España plataformas de streamingindependientes que permiten ver televisión a la carta a través de Internet. Y aunque estos videoclubes online internacionales se resistiesen a entrar en el mercado español, a Netflix se le sumó también HBO y Amazon Prime Video. Éstas compiten además con otras como Movistar+o Wuaki, y con las de las cadenas generalistas gratuitas como Atresplayer, Miteleo Rtve.es.

Estas nuevas plataformas las disfrutan sobre todo los más jóvenes, que, como todo el mundo dice, frenan su consumo de televisión. Pero continúan sentándose frente a ella 3 horas diarias, lo que supone que aquéllos que la ven, lo hacen 31 horas a la semana. Un dato relevante como para afirmar con tanta ligereza que han olvidado la televisión.

Y más allá del miedo inicial, en cierto modo se confirma: España no es USA y el público no está preparado para pagar por contenido. El temor por la llegada de Netflix puede quedarse, de momento, a un lado. Según la CNMC, sólo 216.000 hogares disfrutan de su contenido, 132.000 tienen acceso a Wuaki y es Movistar+, el antiguo Yomvi, el que se lleva la palma con 936.000 suscriptores.

Y mientras tanto, las plataformas de contenidos a la carta de las generalistas cosechan un éxito notable. Atresplayeres la más utilizada alcanzando al 45% de los españoles con acceso a internet, el servicio de RTVE al 37% y Mitele consigue llegar al 35% de encuestados por la CNMC.

Y es que ésta es otra forma de consumo.

Porque la convergencia digital posibilita diferentes consumos de contenido audiovisual más allá de la tele, en otras pantallas y dispositivos, pero con un aún apabullante peso del lineal. Y no hay que olvidar esto, porque parece que la televisión ha sido la clara víctima de la vanidad y el orgullo del mundo digital, y no deberíamos hablar de rivalidad sino de complemento.

A los 230 minutos que se consume linealmente y los 3,5 que se dedican al timeshift, podemos también añadir 4 minutos más de contenido televisivo consumido en cualquier dispositivo que no sea la tele: Atresplayer, Netflix y también contenido de nuestras cadenas en Youtube. Llevamos casi 4 horas, sí.

Y es que al hablar de consumo hay siempre que recordar estas migraciones, aún lentas, a los nuevos entornos. Porque la televisión triunfa también en Internet: el contenido televisivo supone el 20% de todo el consumo de vídeo online, y goza de un buen crecimiento gracias a una mayor oferta distribuida a través de la red.

Así que, claramente podemos decir que eso de que ya nadie ve la televisión no es cierto. Se produce más, se sigue consumiendo en la misma medida, pero se ha evolucionado a diferentes formas de visualización. Ahí está la clave.

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